Proliferan como hongos ya no sólo los libros autoeditados, sino también las empresas que, de una forma u otra, ofrecen este servicio; servicio que, por otra parte, ha existido desde siempre, aunque nunca mostrándose de una forma tan abierta como ahora. Si habéis leido, por ejemplo, "El péndulo de Foucault" (Umberto Eco) ya sabéis a lo que me refiero.
La autoedición nace a la par que el libro moderno: el autor financia la edición de su obra. Ahora, sin embargo, una serie de editoriales, más o menos grandes, más o menos caras, más o menos honestas y, desde luego, más o menos profesionales, anuncian sin ningún reparo que se dedican a esto: cobrar para publicar y, en muchos casos, distribuir un libro. Ya he hablado en otros lugares de esto (Sedice.com), y no me resisto a reproducir aquí lo que dije allí:
"(...) el primer problema de la autoedición en España en estos momentos es, hablando en plata, que muchas empresas que autoeditan están engañando a sus clientes. Así lo digo en privado, y también lo he dicho en público en algunos medios, y me da igual decirlo porque es la pura verdad. El término "coedición" es una soplapollez como la copa de un pino: si lo paga el autor, lo paga el autor y todo le pertenece (los derechos de los libros, la totalidad de los libros impresos, los libros que se distribuyen y no se venden); si no lo paga el autor, porque la editorial considera que el libro puede generar un beneficio económico, aunque sea mínimo, pues entonces es la editorial la que tiene que correr con los gastos de impresión, distribución, etc., y pagarle al autor por permitirle publicar la obra. Punto. Así funcionamos nosotros, por ejemplo, y así funcionan otras editoriales.
El problema surge en que otras muchas editoriales, por ejemplo, recurren a eso de la "coedición", que a mí me suena a una estratagema muy simpática (por decir algo) para ser las dueñas legales de los libros producidos. De ahí que, luego de distribuirlos, le exijan al autor dinero por recuperar los ejemplares no vendidos. A mí me parece inmoral, pero allá cada cual.
La distribución: nosotros (y, repito, alguno más por ahí) no cobramos por distribuir. Distribuimos los libros por los canales habituales de nuestros libros no autoeditados, sin coste alguno para el autor. Sólo nos quedamos un porcentaje de los libros VENDIDOS. Cobrar por libros que se han distribuido y no se venden es dudoso, a no ser que se limiten a cobrar por los gastos de transporte (nosotros no cobramos ni eso).
La promoción: se puede promocionar muy bien un libro autoeditado por cuatro duros. Muchas editoriales, me consta, promocionan mucho mejor sus libros que otras, sobre todo aquellas con precios muy caros (por esos precios que ofrecen, más les vale). Las editoriales que no "sangran", promocionan menos (en nuestro caso, promocionamos en nuestras páginas webs y enviamos servicios de prensa, en caso de tratarse de obras de literatura fantástica, a los lugares en los que habitualmente publicitamos los libros no-autoeditados), obviamente. Ahora bien, ¿merece la pena gastarse mil o mil quinientos euros más por una promoción que ASEMEJA ser profesional?
Los trámites legales: a este respecto publiqué hace unos meses una "carta al director" en varios medios de comunicación (por ejemplo, en la revista "Qué"). Que no se atrevan siquiera a sugerir que os están cobrando ciertos trámites. Cuando empecé con la autoedición estuve sondeando al resto de empresas para ver sus precios, su forma de trabajar, etc., y me llevé la desagradable sorpresa de que una parte de ellas, no todas desde luego, "sugerían" en sus presupuestos que cobraban por los trámites legales. Me hizo muchísima gracia una editorial en concreto que, en el presupuesto que me enviaron, valoraba en 100 euros (creo recordar) la tramitación del ISBN y el depósito legal para, acto seguido, decir que como oferta especial de nuevo cliente esos 100 euros no me los iban a cobrar. Que no os engañen: el depósito legal es gratuito, y cualquier imprenta os lo hace gratis (es decir, os costará el precio de imprimir los cinco ejemplares que se queda el Depósito y punto). El ISBN es complicado, para un neófito, de solicitar y poco más. Es totalmente gratuito, y para una editorial que ya sabe como funciona todo esto le supone la friolera de 0.29 céntimos, es decir, lo que cuesta mandar una carta a la Agencia Española del ISBN en Madrid. También he visto que hay quien cobra por colocar código de barras en la contraportada. Cualquier imprenta pondrá esos códigos sin coste alguno, y cualquier editor o autor puede conseguir programas de generación de códigos (los buenos programas no son gratis, eso sí lo advierto).
Los costes de maquetación: no sé yo en cuánto cifrarán otras editoriales esto, que sin duda es de lo más costoso. Un maquetador profesional debería ganar una pasta, porque la verdad es que es un trabajo laborioso. Algunas empresas de autoedición tienen maquetadores profesionales, obviamente no sé cuánto ganan, pero es lógico que estas editoriales cobren más por este concepto. Nosotros y otros muchos (no me atrevería a decir que la mayoría porque es un dato que desconozco) somos autodidactas, o en todo caso contamos con maquetadores semiprofesionales con algún título menor. A los ojos de un profesional, la diferencia se nota. A los ojos de un lector normal, prácticamente no. En todo caso, cualquiera puede maquetar dignamente su libro si se toma el trabajo de conseguir los programas adecuados (pagándolos, por supuesto, y no son baratos, el más popular pasa de los 4000 euros) y dedicándole un par de meses mínimo a hacerse con la interface, trastear en las opciones, etc.
Por último, los costes de la ilustración de portada e ilustraciones de interior. Muchas empresas de autoedición cuentan con profesionales del diseño y de la ilustración editorial en sus filas. Sus precios son mayores que las del resto, pero la calidad es netamente superior. Otras editoriales dicen contar con esos profesionales, pero la calidad es inferior (pese a que los precios pueden serlo... o no). Otras muchas ofrecen portadas más sencillas y precios más bajos, ofreciendo la posibilidad de contratar a un ilustrador profesional por un precio adicional. Repito, que no os engañen: si a una editorial que habitualmente ofrece un portadista le estáis ya dando el dibujo que queréis que aparezca en la cubierta de vuestra portada, los costes tienen que ser menores ya que esa parte del trabajo no la han hecho ellos. Os podrán cobrar, eso sí, el diseño de la portada (una cosa es el dibujo y otra la rotulación y otras cosas). O al menos eso sería lo deseable.
En resumen, no os dejéis engañar. No contratéis a la primera editorial con la que os pongáis en contacto. Negociad las condiciones, pedid libros de muestra para ver cual va a ser el resultado final. Si lo queréis distribuir, no caigáis en el error de lanzar 1000 o 2000 ejemplares: no los váis a vender, os lo puedo asegurar, salvo en casos tan excepcionales que suponen sólo una raya en el agua (a veces pasa pero... ¿no es mejor empezar con una tirada más modesta? Así es como trabajamos las editoriales del circuito profesional, arriesgando lo mínimo, no intentéis saber más que los que nos ganamos la vida con esto lanzando al mercado miles de libros, preguntad a la gente que se dedica a esto desde hace muchos años).
Y dos últimos consejos:
El primero: la autoedición es más que digna, y así han empezado algunos escritores que hoy día son profesionales (en el mundo de la poesía, como muy bien habéis dicho, una parte muy considerable, por cierto), pero primero agotad todas las otras vías, moved vuestra obra por todas las editoriales que podáis. Os cerrarán muchas puertas, pero puede que encontréis alguna que no lo haga si vuestra obra merece la pena y tiene el más mínimo interés comercial (las editoriales son un negocio, no os olvidéis, no van a publicar nada que no pueda venderse).
La segunda: no os dejéis (llevar) de forma decisoria por las opiniones de autores autoeditados. Los hay que han vendido bastante, pero son los menos. Y vosotros no tenéis por qué ser ellos. Su experiencia personal puede llevarte a ser muy conocido, pero también puede llevarte a un fracaso absoluto si sigues sus consejos a pies juntillas. Y, qué duda cabe, algún que otro miente porque no quiere reconocer de verdad que su libro es autoeditado, las ventas reales, etc. Tomad sus opiniones como un factor más a tener en cuenta y punto."
Fue en un foro dedicado a "Lulu", por cierto. Han pasado unos meses y, claro, sigo pensando absolutamente lo mismo, aunque ahora de lo que quiero hablar es de la calidad de los libros autoeditados. Desde mi experiencia, y tomando como buena la máxima de ya-sabéis-quién de que el 90% de lo que se publica es una mierda, en la autoedición esto se cumple a rajatabla. Igual que en el resto de libros. Pero claro, hay una variable que pocos tienen en cuenta: lo que a uno le parece un desecho, a otro le puede parecer un bocato di cardinale. Es lo bueno que tiene el cine, la literatura, el arte en general: por mucho que los entendidos posean los instrumentos para valorar positiva o negativamente una obra esto no implica que no haya gente, que bien puede conocer o desconocer dichos instrumentos, que pueda llegar a valorar bien algo que es "objetivamente" malo. O sea, que el 10% de lo "salvable" cambia de un lector a otro.
[Pónganse muchas comillas e lo de "objetivamente"]
[Mañana me voy a ganar una bronca por parte de Charlotte y de otros, pero me da igual]
Debido a Hipocampo he tenido la ocasión de poner mi granito de arena en la elaboración de libros autoeditados, un buen puñado por cierto, ya sea como diseñador, maquetador, corrector o mil cosas más. La proporción se ha cumplido. Pero hay libros, que han acabado autoeditándose con nosotros bien porque ninguna editorial ha querido sacarlos a la luz o bien porque el autor directamente no los ha movido, que merecían mucho la pena. Que nadie lo dude.
Es obvio que no podría, racionalmente, criticar algo que me da de comer, pero hablo con sinceridad cuando defiendo la autoedición: "Pasajeros de la habitación azul", mi segundo libro, fue autoeditado, lo que creo que es una prueba tangible de que no sólo no me opongo a este tipo de literatura, sino que no la descarto para mí mismo. Cierto es que el libro no ha sido distribuido, y que la tirada ha sido minúscula (el principal objetivo era tener un libro "comodín" en Hipocampo para poder ser ofrecido a clientes potenciales como "libro de muestra", lo que no ha impedido que haya enviado un puñado de ejemplares a medios de comunicación o que lo esté vendiendo a un precio casi simbólico). No sólo no descarto volver a autoeditarme, sino que estoy seguro de que, de aquí a pocos años, volveré a las andadas y financiaré de mi bolsillo una nueva antología de relatos que recoja lo último de mi producción hasta el momento.
En fin, que la autoedición es una buena opción siempre y cuando se tengan las cosas claras. Las tres únicas cosas que no soporto de esta opción de publicación son, y no obligatoriamente por este orden:
1) las empresas de autoedición que mienten y se venden como editoriales "normales";
2) las empresas de autoedición que esquilman a sus escritores;
3) los escritores que, tras autoeditarse, tratan por todos los medios de engañar al personal ocultando que la obra ha sido autofinanciada (opino esto porque no creo que esto sea un deshonor; más bien al contrario, son autores que han cogido el toro por los cuernos y se han hecho con el control directo de su obra).
Ciao, bambini.